ORAR EN PAREJA

Muchas personas tienen la costumbre de orar, de tomarse un espacio por día para hablar con Dios y recibir de una u otra forma las respuestas que tan sabiamente el ser supremo sabe dar. 
Sin embargo, si estas casado, muy importante que también te tomes un tiempo con tu pareja para leer la Biblia y para elevar las plegarias juntos hacía Dios. No significa que ya no puedes orar sólo, por el contrario, esa es tu conversación en privado con Dios, sólo tu espíritu y el espíritu de Dios en la intimidad de tu alma. 

Recordemos que el matrimonio es una unión, una fusión espiritual que convierte a un hombre y a una mujer en un ser espiritual ante Dios. esto lo expresó Dios al principio de la creación en Génesis 2:24, y el apóstol Pablo nos lo recuerda en su carta a los efesios: por eso el hombre dejará a padre y madre, para unirse a su esposa y ser una sólo ser; por lo tanto, cuando oramos como matrimonio, nos une más a Dios y los lazos afectivos se hacen más grandes, lo que nos permite resistir tentaciones y andar en los caminos de Dios. 

Porque lo que atas en la carne lo atas en el espíritu y lo que atas en el espíritu lo atas en la carne. La oración por si sola tiene poder, un poder que con conciencia no podemos percibir, ya que trasciende a las regiones celestes, donde Dios está al tanto del mundo y de la vida de cada uno de nosotros; la oración en pareja tiene doble poder, porque es la oración de un ser llamado matrimonio, que sigue las doctrinas de Dios y que se han comprometido ante él, hacer feliz a uno de sus hijos, es decir al esposo (a). 

Los matrimonios que Oran tienen excelentes beneficios, mayor resistencia a las batallas de la vida, luchan con más fuerza porque cada evento que sucede se lo comunican a Dios, y Dios no es impasible ante el sufrimiento de la humanidad; acude a nuestro auxilio y manda a Jesús, su único hijo, a que nos lleve a su magnífica presencia. La oración en pareja nos prepara para la batalla, para la rutina, para el estrés, para las zancadas y las trampas que Satanás nos pone; quizá nos haga caer pero Cristo es nuestra esperanza viviente, que acude a nuestra ayuda y nos levanta. 

Confiemos nuestra vida en Dios, nuestra vida, nuestro matrimonio, nuestros hijos, nuestro trabajo; sigamos y pongamos en práctica lo que nos ha dicho Dios a través del rey David: "Encomienda tu camino a Dios, confía en él, y el hará". Salmo 37 5-6

Por Daniel Gómez
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