YO AMO A MI ESPOSA
Para muchos hombres, decirlo es más fácil que demostrarlo, dado que el machismo de nuestra sociedad ha hecho que lo hombres no seamos muy expresivos con nuestras esposas. Siendo un poco más extremo al respecto, “los hombres no deben expresar sus sentimientos puesto que se verán como débiles”, y en ocasiones, de dudosa hombría.
Pero quien realmente ame a su esposa, debe vivir en pro de ella, hacerla feliz y demostrarle con hechos y palabras que es el centro de su vida, la otra mitad de su mundo. Las mujeres son tiernas y emocionales por naturaleza; necesitan “dosis” de cariño, de ternura y de amor más a menudo que nosotros los hombres. Debemos ser la parte complementaria de la relación matrimonial: vivir en pro de ella y que ella viva en pro de mí, procurando que la felicidad embargue dos corazones, y no solo a uno.
Cuando el amor se siente hay que dirigirlo hacia aquella persona que nos ha regalado toda su vida, todo su tiempo, toda su intimidad, todo lo que es y lo que será en los años venideros. No nos ahoguemos en el mar de nuestros sentimientos; invitemos a nuestras esposas a nadar con nosotros. Decir “te amo”, “eres especial” no te hará más débil o más fuerte, solo te hará ser más amado, más deseado y más importante para aquella persona que te ha entregado su vida. ¿No es suficiente? Entonces ninguna mujer te será suficiente.
Conozco muchos hombres que no parecen estar conformes con sus esposas, pero es porque no miran más allá: madres abnegadas al cuidado de los hijos, esclavas de un trabajo para ayudar en el hogar, víctimas de un cansancio que les roba tiempo para expresar el amor o de unos quehaceres del hogar en el que no recibe ayuda de su media naranja. ¿Sera que no vale la pena una mujer así? Más bien creo que para ella su esposo es el que no vale la pena. Es muy fácil acusar a la mujer, pero ¿Qué estamos haciendo nosotros como esposos para ayudarla, para hacerla sentir bien y apoyarla todos los días? ¿Será que estamos cumpliendo lo que juramos ante el altar? Antes de lanzar un improperio en contra de nuestras esposas, analicemos nuestras acciones porque quizá somos los hombres lo que estamos fallando. Como reza el dicho: “antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quien se ha casado ella”.
Ama a tu esposa, como te amas a ti mismo. Si te amas a ti mismo, no te hieres, no te haces daño, no te ofendes, no hablas mal de ti. Más bien te valoras, procuras ser mejor y ser feliz. Ámala como te amas a ti mismo.
Por Daniel Gómez.
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