LO QUE DEBES DEJAR ATRÁS CUANDO TE CASAS


Cuando yo preguntaba a mi hermano mayor cuando se iba a casar, me respondía: “noooo, yo vivo muy bueno así”. Todos sabemos que el matrimonio requiere que  hagamos cambios muy importantes, y muchas veces por miedo a esos aceptar esos cambios, es que huimos al matrimonio.; y es que la vida de soltero se relaciona con la libertad, la independencia, las decisiones propias, y porque no, el egoísmo de “hacer las cosas en mi casa como yo quiero”.  Pero cuando amor te atrapa y no hallas escapatoria, decides casarte, en la mayoría de los casos sin tener muy claro algunos aspectos que deberás dejar atrás por respeto a tu esposo (a) y en pro de la felicidad matrimonial.

Una de las cosas que debemos dejar una vez casado es la coquetería. Tanto a los hombres como a las mujeres nos gusta que nos admiren y nos halaguen, pero cuando juramos ante los ojos de Dios, unir nuestra vida a la de la pareja, brindando exclusividad sexual y afectiva (como debe ser en todo matrimonio establecido bajo el amor y las normas divinas) la seducción, la coquetería, la galantería o cualquier cosa que se le parezca, solo será permitido con el esposo (a). Hay que ser muy cuidadosos en la forma como decimos las cosas a las demás personas, para no caer en malos entendidos. No es que no debamos relacionarnos con nadie, sino que hay que ser más prudente a la hora de ofrecer y dar nuestra confianza. Igualmente, las redes sociales deben manejarse con cuidado, anteponiendo siempre la prioridad que nuestra conyugue tiene en nuestra vida, porque de lo contrario seriamos egoístas, y esa es algo que no tiene cabida en el lecho matrimonial. Un matrimonio con egoísmo toma el camino hacia la separación, o el camino hacia la infelicidad.

A muchas personas les resulta difícil desprenderse de su vida social antigua, de las noches de fiesta cada fin de semana, de la libertad personal, de la soltería tan “maravillosa” que tenía. Pero esto lo logra el compromiso: así es, cuando la persona realmente se compromete, pone toda su alma y todo su corazón en el matrimonio, le será más fácil dejar todo lo que era.  Aclaro, no es que tengamos que ser esclavos (as) de nuestro conyugue, sino  que se trata de comprometernos con él, amarlo, respetarlo y darle el lugar que se merece, sin críticas destructivas, sin quejas; lo que tengas que decir, comunícalo única y exclusivamente a tu pareja. Si acostumbrabas criticar y quejarte de tu novio (a) con tus amigos y amigas, una vez casado (a) esta situación no se debe repetir. Se vale elogiarlo y pregonar su bondad, pero no dar a conocer alguna inconformidad que tengas con tu pareja.

Una cosa son las reuniones con amigos, y otra con los padres. Es natural que los padres tengan más confianza para indagar sobre el matrimonio de sus hijos, y en parte está bien, porque a veces los padres dan muy buenos consejos respecto a la vida en pareja. Sin embargo también hay que tener cuidado de que los padres no se “metan” demasiado en la vida conyugal. Los padres deben dejar ser a sus hijos, y los hijos dejar a ser sus padres. Esto no significa que deban romper lazos familiares, solo se trata de guardar distancias. Por principio bíblico: “el hombre dejará padre y madre y se unirá a su esposa, y juntos serán un solo ser” (efe. 5, 31).

Por lo tanto, si te has casado debes dejar a tras la coquetería, el egoísmo, tu vida de soltero, las fiestas nocturnas, las confidencias a tus amigos sobre tu esposo (a) y la intromisión de los padres en tu vida. Si dejan que su matrimonio sea guiado por Dios – Como debe de ser – entonces el guiará su camino y les dará un matrimonio lleno de amor y de ternura, para el resto de sus vidas.


Por Daniel Gómez
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