MATRIMONIO CON DIOS
El matrimonio es la institución creada por Dios para unir a
un hombre y a una mujer para toda la vida. Dentro del matrimonio debe existir
un compartir perpetuo tanto de sus bienes como de sus cuerpos y los
sentimientos generados en cada uno de ellos; de igual forma, la adversidad, las
dificultades y las desventuras. Dios lo expresó muy claro: “Por tanto el hombre
dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”
(Gén. 2:24).
La pareja conforma un equipo donde la motivación más grande
existente debe ser el amor hacia Dios y hacia el esposo (a), como mandamiento
primordial del matrimonio basado en la fraternidad divina. Recordemos que
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta". (1
Cor. 1. 4-7). Cuando los esposos se aman, cuidan de su pareja como de sí
mismos, dado que se tratan de una misma carne; hacernos daño a nosotros mismos
es hacerle daño a nuestra pareja, y ese no es un objetivo dentro de la
convivencia matrimonial.
Es verdad que Dios ha hecho cada ser humano totalmente
diferente. Somos seres únicos, y dentro de esa unicidad hay diferencia de
pensamiento y de comportamiento, por lo cual debemos encontrar un camino que
nos conduzca a la armonía y la comprensión, porque Dios no quiere que estemos
solos: “y dijo Dios: No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea
para él” (Gen. 2:18).
Cuando dos ríos se unen forman un nuevo río a través de los
bosques, y siguen unidos hasta que mueren en el mar. Antes de la unión, cada río
tenía su propio caudal, sus propios problemas, pero cuando uno se convierte en
vertiente del otro, se forma un río de cauce mayor y de fuerza mayor para
enfrentar los obstáculos a lo largo del camino. Así mismo es el matrimonio. Nos
unimos en matrimonio para hacernos más fuertes, enfrentar las situaciones de la
vida y encontrarnos con el bien, porque “El que halla esposa, halla el bien, Y
alcanza la benevolencia de Dios” (Prov. 18:22).
El único con el poder de santificar la unión matrimonial es
Dios; y desde los tiempos de Adán y Eva hasta nuestros días, ha santificado
cada uno de los matrimonios. Alguien me preguntará: entonces ¿Porque algunos
matrimonios se acaban? Sencillamente le respondo que los matrimonios no se
acaban por la voluntad de Dios, sino por la voluntad de los hombres, por que gozamos
del libre albedrío, y en medio de esa libertad, podemos escoger o no escoger a
Dios como pilar de nuestro matrimonio.
¿Qué cree que pasa con los matrimonios que han aceptado a
Dios? ¡Exactamente! Nunca se terminan.
Por Daniel Gómez.
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