LOS RIESGOS DE ELEGIR PAREJA
Si hay una pareja perfecta, esta no está compuesta por personas donde su compatibilidad esta definida en un 100%. La compatibilidad no es más que el entendimiento en traje de tolerancia.
En el recorrido de la vida se corren unos riesgos, inevitables aunque no queramos, y uno de ellos es el riesgo de elegir; es llamado riesgo porque solo una vez aceptado nos damos cuenta de los resultados que obtuvimos al tomar una decisión aparentemente riesgosa. Es lo valioso del error, lo valioso de la vida, estamos acá para aprender, así que no debemos preocuparnos por las buenas o malas ediciones, simplemente debemos aprender a aceptar y a manejar los resultados de todas esas decisiones bien o mal tomadas. Si el futuro es incierto, las decisiones aún más, puesto que forman parte integral de ese futuro.
Y hablando de decisiones, una de las más difíciles es la de elegir pareja, la cual se hace difícil cuando llegamos a cierta edad donde vemos necesario elegir y tomar decisiones para definir nuestra VIDA MATRIMONIAL. Teniendo en cuenta que la madurez desempeña un papel muy importante en dicha vida, es debido comprender y tener claro lo que realmente queremos y esperamos de ese otro que complementará nuestra existencia, esto sin dejar a un lado la responsabilidad que conlleva tomar una decisión de esta magnitud, porque en realidad lo que hacemos, es comprometer no sólo la palabra si no el alma ante un tercero que sin pensarlo, no dudara en juzgar los actos de cada uno de los comprometidos; y este tercero es Dios.
Para tratar de comprender un poco más esta elección, dividamos la vida en 3 etapas:
La primera y más temprana, donde exploramos tipos de relaciones y personas, somos inestables tanto emocional como racionalmente para elegir pareja correctamente y esto hace que las malas decisiones y actos fluyan inexorablemente hacia el abismo.
La segunda etapa, donde somos exactos a la primera etapa, sólo con una mínima variable: somos un poco más racionales y comprendemos mejor el dolor o el cariño que damos a los demás. Sin embargo, y a pesar de nuestra conciencia más madura, las malas decisiones siguen apareciendo en esta etapa pues la importancia que le damos a los demás no es lo suficientemente valiosa como para decidir hacer el bien y dar lo mejor de nosotros. Aquí donde el egoísmo desempeña un papel importante, ya que todo mal concepto de felicidad esta en actuar libremente haciendo daño a los demás y a nosotros mismos creyendo que es lo correcto.
La tercera etapa, donde nuestra estabilidad es más duradera, nuestro razonamiento es más coherente y benévolo con los demás - producto de la visión que nos da cierta edad -, los cambios generados por nuestros errores pasados, nuestro entendimiento estropeado y arrepentido por los actos objeto de malas decisiones, lo disfrazamos orgullosamente diciendo que fueron etapas que debíamos quemar. Claro que es respetable dicha apreciación ya que el respeto debe estar por encima de todo, pero a mi parecer, es lo más absurdo; causar un mal, una infidelidad o un irrespeto a alguien para darnos cuenta que finalmente estaremos solos, a menos que cambiamos esa manera de pensar. Cuando somos conscientes de todo, es allí donde buscamos - y es necesario - un complemento exacto donde ya todo ocurre a otro nivel, con principios morales, con responsabilidad y respeto que el otro se merece, producto de la experiencia ganada en las etapas anteriores. Sin embargo, no existe garantía alguna, de que el esta tercera etapa no se vayan a tomar malas decisiones. El riesgo de ello, sigue ahí latente.
Por Carlos Andres Velez
Leave a Comment