EL AMOR: UNA TRAMPA PARA UNOS Y UNA SALVACION PARA OTROS
El amor no debe cimentarse en aspectos físicos, en
cuestiones del azar o en la atracción sexual, ya que estos son aspectos que pueden
cambiar y llevarse consigo al amor.
No es un secreto para nadie que nuestra sociedad actual es
de consumo, y más allá de los bienes y servicios, los sentimientos empiezan a
ser el nuevo mercado objetivo de los eruditos de la mercadotecnia mundial. Pero
la buena noticia, es que el amor no es un objeto más del mobiliario del hogar –
aunque en algunos hogares parezca – porque
a diferencia de todo lo demás, no fue adquirido en una tienda o ganado en un
concurso; fue producto de una decisión.
Queremos recibir todo el amor del mundo, pero no queremos
dar todo nuestro amor. El miedo, la duda, la inseguridad, los celos y la falta
de fe en sí mismo, son “plagas” que no dejan florecer el amor. Un amor sano no
tiene estas “plagas”, ni tampoco está basado en el aspecto físico, en la
compatibilidad de gustos o de pensamientos. Por el contrario, están basados en
la capacidad de adaptarse, de comprender y de tolerar al otro sin miramientos,
reproches o amenazas.
Lograr la reciprocidad amorosa exige mucho de cada uno de
los esposos: humildad, confianza, respeto, fe, constancia, afecto, estabilidad emocional,
ternura, tolerancia, amor, entre muchas más. Es por ello, que el enamoramiento
a primera vista o enamoramiento súbito, pierde su magia al poco tiempo, porque
lograr la reciprocidad amorosa no es tarea de un día o una semana: requiere bastante
tiempo, a veces años.
Conseguir esposo (a) en busca del amor perpetuo, ha sido
para muchas personas una trampa que ellos mismos han creado y han caído en
ellas. Casarse no es garantía de una vida llena de amor constante y felicidad
en cantidades astronómicas; puede suceder, pero no con todo nuevo matrimonio. Pero no todo es malo, muchos hemos encontrado
la salvación en el amor; sí, la salvación a las depresiones de la vida, a las
responsabilidades, a las situaciones agobiantes, al miedo, a la inseguridad, y
a muchos más factores del diario vivir. Recuerde que el amor nace de su
interior y se proyecta al exterior, no al revés. Y aquí llegamos al meollo del
asunto:
El amor es una trampa cuando tu prioridad es recibirlo, pero
es una salvación, cuando tu prioridad es brindarlo.
Cada uno de nosotros elegimos a nuestra pareja, y así mismo,
es nuestra decisión acerca de cómo vamos a vivir ese nuevo día con ella. Ábrete
más a tu pareja. Decide darle más amor, y haz de tu vida en pareja un deleite a
cada momento, al fin de cuentas no ganaremos ni perderemos dinero, pero ganaremos
felicidad.
“Cuando alguien no aprende a brindar amor, en un futuro se verá
obligado a mendigarlo”.
Por Daniel Gómez.
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