UN MATRIMONIO DIFERENTE


Hace unos años atrás, tenía un compañero de trabajo que hacía 5 años se había casado, y fruto de esa unión, tenía dos hijos. El problema de este hombre era que hablaba muy mal de su matrimonio, se quejaba constantemente de su esposa, e iba pregonando por toda la oficina que su matrimonio estaba mal  y que veía una separación pronto; sin embargo, hasta mi renuncia en la empresa (3 años después) no se había separado, pero seguía hablando mal de su matrimonio. Sin mencionar ni entrar en detalles acerca de las aventuras sexuales extramatrimoniales que a menudo nos relataba. No pretendo juzgar a nadie o acusar a este compañero por su conducta, lo tomo como un ejemplo muy claro para demostrar que un matrimonio no anda bien si tu no andas bien. Es un compromiso de dos y para dos.

Como dice un viejo adagio: la ropa sucia se lava en casa. Es cierto que todos tenemos situaciones que resolver en el matrimonio, yo los tengo y tú los tiene, pero no es sano hablar de ellos constantemente y que todo tu equipo de trabajo se entere que andas mal con tu esposo (a). Las situaciones por resolver dentro del matrimonio se solucionan entre los esposos sin intervención de los compañeros de trabajo, amigos o familiares. Además, no es necesario que las demás personas se enteren de ellos.

Si tu matrimonio tiene algunas situaciones pendientes, empieza a marcar la diferencia buscando las alternativas de solución. Dedique tiempo a reflexionar y determinar quien realmente no está aportando a la relación marital. Si descubres que es tu esposo (a) quien no contribuye significativamente a la estabilidad conyugal, no corras a culpar y a juzgar su actuar, por el contrario, utiliza métodos más sutiles como los detalles, los regalos sorpresas, las invitaciones a lugares especiales… todo con el fin de limar asperezas y buscar un espacio de calma para dialogar. Si descubres que tú eres quien no aporta lo suficiente para mantener una sana relación, realiza un cambio. No hables mal de tu vida matrimonial, comparte más tiempo, demuéstrale más amor, elimina los hábitos que desagradan a tu pareja, e incremente los espacios de diálogo. Recuerda que su matrimonio puede ser diferente si tú quieres que sea diferente.

Por Daniel Gómez


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