RECUERDOS MATRIMONIALES

Hay cosas que impactan nuestra vida, y esa es una razón suficiente para que se graben en nuestra memoria para siempre. Al hablar de recuerdos matrimoniales seguramente nos hacemos la imagen de algún objeto, aderezo o regalo que obsequiamos en nuestra boda. Pero deseo ir más allá de lo material, y abordar el recuerdo de lo intangible, de lo significativo y de los momentos que han hecho eco en nuestra mente.

¿Recuerdas la sensación cuando besaste tu esposo (a) después de dar el sí?  ¿Recuerda el gozo y el “susto” al bailar el vals? ¿Recuerda cuantas veces se agito tu corazón durante la boda? ¿Recuerda la música? ¿Recuerda las palabras bonitas que te dijeron los invitados? Todos estos recuerdos no están plasmados en una foto o en un video de tu boda: están grabados en tu memoria; ahí y sólo ahí. Este tipo de recuerdos matrimoniales son lo que nos proveen felicidad, gozo y agradecimiento de haber encontrado alguien que nos ha entregado su vida para siempre.

En nuestra boda, la música fue uno de nuestros recuerdos más significativos. A disgusto de algunos invitados, nosotros elegimos una música que recordara nuestras raíces, nuestros amores de antaño, nuestros corazones enamorados y nuestras almas decididas a vivir un amor eterno: música colombiana – principalmente bambucos, pasillos, danzas y boleros. Quizá algunos – los más jóvenes –, dijeron que eso era música de viejitos – expresión típica colombiana para referirse a algo pasado de moda – pero lo que realmente era importante es que era nuestro momento, nuestro día, aquel donde nacía una familia, donde Dios celebraba con nosotros, pues dos hijos suyos se habían casado ese día; Fue el momento donde mi vida dejo de ser mía, donde el alma de mi hermosa esposa era colocada en mis manos, para cuidarla y amarla para siempre.

Hoy en día, solo con escuchar las canciones que sonaron en aquel enorme salón, vivimos de nuevo ese momento, se revive la llama de un amor y nos recuerda que nuestras almas estarán unidas para siempre.

Todas esas emociones, esa gratitud, esa felicidad que nos embargó, son deducibles al ver nuestro álbum familiar, pero somos nosotros los que realmente tenemos los recuerdos verdaderos, aquellos que trascienden en nuestra alma y a los que podemos acceder en cualquier momento, en cualquier lugar. Todos los recuerdos son muy importantes, pero aquellos que han sido tallados en nuestra mente, son los que necesitamos cuando las dificultades, los retos y las diferencias hagan su aparición en nuestra vida.

Si te pude amar una vez, te podré volver amar mil veces.

Por Daniel Gómez.
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