FELICIDAD EN EL HOGAR


La mejor herencia que los padres podemos dar a nuestros hijos es la capacidad de ser felices, teniendo en cuenta eso sí, que la felicidad no viene en envases de lujo (juguetes, dinero, regalos fantásticos) sino en algo más profundo y genuino, algo que nutre el espíritu infantil y juvenil, proporcionándoles una sensación maravillosa de que todo a su alrededor es bueno.

Según los expertos, los niños y jóvenes felices comparten ciertas características que incluyen la autoestima, el optimismo y un sentido de autocontrol y, aunque duden quizás de esto, no son características difíciles de desarrollar. Los padres sí podemos enseñar a nuestros hijos a pensar de manera positiva, a buscar el lado soleado del camino y a convertirse en personas cálidas, tranquilas, seguras de sí mismas y, por ende, felices.

Lo que se puede hacer para lograrlo:

1. Enséñeles a ser solidarios. Los niños necesitan sentir que son miembros valiosos de una comunidad y que pueden llegar a la vida de los demás de forma positiva. Esto desarrollará un sentido de empoderamiento y hará que se sientan felices consigo mismos, porque son capaces de darse a los demás.

2. Enséñeles a reír. Cuénteles chistes, haga bromas, cante con ellos canciones festivas de letra chistosa. La risa es tan buena para sus hijos como para usted, no cuesta nada y ofrece tanto, inclusive en el terreno de la salud física: cuando reímos liberamos la tensión y absorbemos más oxígeno.

3. Reconozca sus aciertos. No diga tan solo “muy bien hecho”, cada vez que sus hijos realizan una hazaña o progresan en algo. Muestre su entusiasmo con un gran abrazo, un beso, hágalos sentir como ganadores. Pero, jamás exceda su reconocimiento cuando se trata de algo sencillo, cuando cumplan con una obligación cotidiana; no tiene sentido dar premios por todo lo imaginable porque entonces su valor quedará devaluado.

4. Escúcheles siempre. Nada hace más feliz a un niño que conseguir la atención absoluta de sus padres. Para ellos significa que lo que les está sucediendo importa a sus progenitores. Los niños se dan cuenta perfectamente cuando sus padres aparentan estar escuchándolos pero están pensando en algo más y eso les molesta y hace que, poco a poco, dejen de hablar con ellos y se vayan alejando. Los padres deben utilizar ciertas estrategias cuando buscan la total atención de sus hijos: deben bajarse al nivel de los niños utilizando palabras y frases fáciles de comprender, deben ir al grano y no andar con rodeos para no confundirlos y jamás gritar aunque tengan unas ganas terribles de hacerlo.

5. No esperar nunca la perfección. Todos los padres queremos que nuestros hijos sean los mejores en todo y, por ello, cuando algo no sale bien casi sin darnos cuenta demostramos nuestro descontento y les subestimamos. Esto lo hacemos quizás sin darnos cuenta pero lo único que conseguimos es que los niños se tornen inseguros y se conviertan en adultos problemáticos.

Finalmente no descuidemos como padres enseñar a nuestros hijos a amar a Dios, desde tempranas edades inculquemos valores que perdurarán para toda la vida en nuestros hijos.

Tomado de nuevotiempo.org
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