UN ENCUENTRO DE AMOR


Ayer estaba en el terminal de Panamá y me llamo mucho la atención un joven de mirada tierna y rostro de alegría estaba de manos cruzadas esperando que se bajaran los pasajeros de un bus que no alcance a ver de dónde venía. Lo que si pude ver fue que su rostro cambió y sus ojos brillaron de una manera tan especial cuando una mujer blanquita, delegada y con una mirada tímida bajo de ese bus. Inmediatamente sus miradas se cruzaron… Y desde ese instante el amor se hizo presente en todo lo que allí acontecía, lo más curioso es que a ninguno de los dos le parecía importar lo que pasaba a su alrededor, es como si el tiempo se hubiera detenido para ser cómplice de ese momento de amor. Y cuando estaban frente a frente, un abrazo y un gesto de cariño fueron los protagonistas de cerrar tan bello encuentro de amor. Donde los gestos y miradas hablaban por si solos, no fueron necesarias las palabras para irradiar la espera que cada uno pasó deseando ese momento. 

No sé exactamente qué pasaba por sus cabezas, pero sí sé que pude percibir el amor que se tenían el uno al otro. Un amor sincero podía sentirse en ese encuentro, es como si supiera que la joven mujer había pasado un largo viaje para llegar a ver a su amado, y como la distancia no era un obstáculo para mantener el a flor de piel. 

Quise compartir esta anécdota, porque me puso a pensar en cómo vivimos nuestro amor día a día. Muchas veces nosotros teniendo a nuestra pareja al lado, la ignoramos, la tratamos mal o simplemente no valoramos su presencia, su entrega, su amor, su esfuerzo y dedicación. Y en vez de respirar amor por nuestros poros el ambiente es de frialdad y ausencia de amor. A veces se nos olvida que la base de nuestras relaciones humanas y del matrimonio debe ser el amor, donde no hay amor, no está la presencia de Dios. 

Por Constanza Alarcón
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