MATRIMONIO PERDIDO: ¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

Dejamos que el pasado se interponga en nuestro presente, y que las marcas de dolor en nuestro corazón se asomen por la ventana del alma y nos roben las bendiciones que Dios nos ha dado.

Ya no basta con echarle la culpa a la vaca; es hora de conocer los verdaderos culpables, pero esta vez poniendo una mano en el alma y la otra mano alzada hacia el cielo, confiando y entregando nuestras preocupaciones a Dios, quien aliviará nuestras angustias. 

Cientos de matrimonios son dejados en el olvido como si fueran una experiencia más de la vida. Lo más paradójico de todo, es que todos tienen la culpa de mi fracaso matrimonial, menos yo. 

Una mujer con menos de 30 años, madre de dos hijos, se divorció al cabo de los años de su esposo porque le era infiel. Al hacer un análisis de toda su vida, desde que eran novios ella se enteraba por rumores de las infidelidades que el hombre tenía. Quizá la culpa es de él, por no entender la naturaleza del matrimonio, pero la culpa también es de ella porque fue ella quien lo eligió y acepto como su esposo y padre de sus hijos sabiendo que él era infiel. 

En otro caso, después de 11 años de matrimonio, el hombre empezó a beber y a fumar. A los 8 años siguientes el hombre empezó a salir con otra mujer. Su esposa al darse cuenta decidió divorciarse, aunque le costó trabajo convencer de que le diera el divorcio. Podríamos decir que la culpa fue del hombre porque descuido su matrimonio y se dejó cautivar de las tentaciones del mundo. Quizá sienta que la otra persona tiene más culpa que yo en que el matrimonio se haya acabado, pero la realidad es que el matrimonio es compromiso y responsabilidad de los dos.

En esta instancia es necesario reflexionar y dejar de culpar, porque en muchos casos el culpable esta todo el tiempo con nosotros. Es de humanos equivocarnos, y por esta misma razón debemos aceptar nuestras culpas y la de nuestra pareja, perdonar y pedir perdón con humildad.

Por Daniel Gómez
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