EL NOVIAZGO EN EL SIGLO XXI


Ya es común que un noviazgo no dure más de seis meses, porque una vez que empiezan a convivir juntos la característica del noviazgo desaparece. Luego vienen los hijos a edades tempranas y sin la madurez emocional para afrontar una responsabilidad de semejante magnitud. Esa expresión en el argot popular, de que “todo niño viene con el pan bajo el brazo”, es la máxima expresión de irresponsabilidad e inmadurez frente a la realidad de la vida.
La belleza del noviazgo ha sido desplazada poco a poco por el frenesí de una generación que desea vivir todo lo que los adultos viven. Ahora son cortos, rápidos y sin un enamoramiento paulatino; tienen sexo incluso antes de aceptar un nuevo amorío. Las cartas ya son obsoletas y las formas de conquista solo se fundamentan en salir a bares, tomar licor, en dedicar canciones de moda o sencillamente de ofrecerse como un objeto sexual.
Los niños ya tienen un concepto errado del noviazgo, ya que se enfrentan a una sociedad sexualizada donde ser novios es igual a convivir como parejas. Tengo una amiga que tiene alrededor de 24 años y ya ha tenido dos maridos, ha convivido con ellos un par de años; no se ha casado y por estas fechas busca otro romance, o debería decir, otro marido. Ejemplos como este abundan en los vecindarios, en el internet, en los colegios, en la televisión e incluso en nuestras propias familias.
Los noviazgos están cambiando, y tal vez en unos cuantos años, ya serán obsoletos. El noviazgo es una etapa bonita si se vive con responsabilidad y si se antepone el amor y las sanas costumbres sobre el mismo. De lo contrario solo será un desahogo emocional que se convierte en sufrimiento e inestabilidad emocional.
Por Daniel Gómez
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