SE NOS MUERE EL AMOR
Estamos viviendo una era en la que el amor es solo un
ingrediente pasajero que hace un poco amena nuestra existencia. Cambiamos de
esposo (a) porque no cumplió nuestras expectativas o sencillamente porque lo
podemos hacer. ¿Dónde queda el verdadero amor? ¿Aquel que era para siempre y no
para unos cuantos meses o años?
Hoy en día son muchos los que se comprometen a amar para
siempre, pero son pocos los que realmente están dispuestos a hacer realidad ese
compromiso. No se trata de soportar maltratos o agresiones; no se trata de
aguantar hasta que la muerte nos separe, se trata de unirnos y entregarnos a
otra persona para ser felices, para tener dos puntos de vista del mundo, para
tener una segunda opinión, para tener un amigo (a) incondicional, un consejero
(a), una ayuda en todo momento, tener a alguien que vive por nosotros y piensa
en nuestra felicidad. Cuando nos comprometemos a amar para siempre
comprometemos nuestra vida, porque el amor es vida para el cuerpo, el alma y el
espíritu.
Nos cuesta ser felices porque nos comprometemos ante el
mundo, ante un altar y ante una autoridad religiosa o legislativa de “amar
hasta que la muerte nos separe” pero ese compromiso solo hace eco en nuestra
mente, porque no nos comprometemos con nosotros mismos y seguimos siendo egoístas,
pensando que aun nuestra vida es responsabilidad propia. Por el agujero del egoísmo
se nos empieza a morir el amor, y muere encerrado en corazones asfixiados,
carentes de libertad para expresar sus sentimientos, porque las prioridades de
un esposo (a) egoísta impide la plena existencia del otro como parte integral
de una unión matrimonial. El amor es la única estructura abstracta, con el
poder de mover el mundo y la cual requiere de dos constructores activos,
construyendo día a día y ladrillo a ladrillo cada uno de sus complejos pero
hermosos soportes.
Se nos muere el amor porque no estamos dispuestos a
construir todos los días. Se nos muere el amor porque cuando se nos acaba el
amor, creemos que es hora de terminar, sin darnos la oportunidad de entender
que el amor es el fruto de la decisión de amar. Cuando la rosa se marchita y
muere, aun el rosal vive y mientras el rosal este vivo, sabremos que pronto
veremos otra hermosa rosa asomarse por nuestra ventana. Se nos muere el amor
porque no decidimos amar.
“Se nos muere el amor porque vivo mi vida y no la tuya. Vivo
mi vida sin conocer tu vida. Se nos muere el amor porque tengo miedo a cambiar.
Se nos muere el amor porque el egoísmo me tiene preso. Se nos muere el amor
porque no decido cada mañana amarte para siempre”.
Si siente que su amor esta muriendo dentro de su relación
matrimonial, decida amar cada día un poco más. Conquiste de nuevo, sueñe de nuevo
con su esposo (a)… viva de nuevo para él/ella. Hoy es un buen día para amar… no
esperes hasta mañana.
Por Daniel Gómez.
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