EL PODER DE LA PALABRA EN TU HOGAR – PARTE II


En el artículo anterior titulado EL PODER DE LA PALABRA EN TU HOGAR – PARTE I, se trató sobre lo que no debemos hacer en el hogar cuando nos comunicamos con nuestra familia: no gritar, no decir palabras vulgares, no hablar con ira, entre otras. Recordemos que las palabras pueden construir o destruir; todo depende de la forma de cómo hacemos uso de ellas.


En esta ocasión, vamos a hablar de lo que sí debemos hacer en el hogar para lograr una mejor comunicación. 

Diga más palabras de cortesía

Cuando empieza a decir “buenos días”, “gracias”, “por favor”, “de acuerdo”, “permiso”, “tu primero”… su hogar empieza a impregnarse de cortesía y amabilidad. Su pareja se sentirá bien y sus hijos empezarán a reproducir esas palabras a medida que van entablando relaciones personales dentro y fuera del hogar. La educación empieza por casa, porque los niños imitan a sus padres. 

Hable con cariño 

Como esposos vamos a tener diferencias, y van a ocurrir cosas que no nos van a gustar. Cuando vaya a comunicar una inconformidad a su pareja, hable con cariño y amor. Igual a sus hijos: cuando lleguen con bajas calificaciones de la escuela, hábleles con amor, y no con la correa en la mano, lanzando amenazas como un terrorista.

Sonría con más frecuencia 

Cuando sonreímos y hablamos al mismo tiempo, el tono de voz cambia de manera positiva. Estudios han demostrado que la sonrisa tiene un impacto sobre el tono de voz, y por ende, sobre las palabras que pronunciamos. 

Felicite a los miembros de su familia

Una palabra de felicitación hace sentir que el trabajo se hizo bien hecho, y motiva a seguir haciéndolo bien. Felicite a sus hijos por cada meta alcanzada. Igual al esposo (a), felicite por la nueva receta que preparó, por llegar antes de tiempo a casa, por obtener un ascenso en el trabajo, por recibir un bono, por recibir un reconocimiento… Felicite más. 

Exprese en voz alta sus sentimientos 

No aprendemos a amar en la escuela, ni en la universidad más prestigiosa del mundo; muchos menos en el trabajo: aprendemos a amar en nuestra casa. ¿Y quién nos enseña? Papá y mamá. Es recomendable que los niños vean que se tratan con palabras amorosas, como “te amo”, “gracias mi amor”, “eres especial”… y los niños empezarán a tratarse con amor. 

RECUERDE: Una palabra dicha con amor, es una caricia para el corazón.
Daniel Gómez.
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